Diputación alcanzada por estupidez de la época
Danilo Rodríguez Montero
Todos tenemos opiniones. Alguna vez fue estúpido pensar, para el común de la gente de la Edad Media europea, que “el hombre volaría”. Hace poco era inconcebible que al Luna fuera alcanzada por el ser humano o que en la extraña Costa Rica se esperen con asistencia estatal médica tres seres humanos concebidos “in vitro”.
Todavía mas extraño entonces resulta que, al igual que con la información de que a pesar de que hasta las petroleras como Aramo y Shell o BP siguen, según Greenpeace, con actividad con respecto a los acuerdos ecológicos de París incompatibles, algún estúpido diputado decidió retrotraer la velocidad con la que debemos desistir del uso del plástico como país.
Si como país Costa Rica ha pasado el umbral de preocupación ecológica sin acciones y se ríe de la incapacidad que muestran otros estados para actuar, es lamentable que los diputados nos crean tan inocentes como para aceptar su incoherencia no solo con el tema del plástico de un solo uso, sino con la velocidad a imponer la cultura de sobrevivencia que inspira el liderazgo tico.
Somos literalmente un país de mares, nuestros límites lo son también con Perú, Colombia y Ecuador. Esta mal, muy mal, que no seamos sino receptores de estereofón, cartón y plástico. Estos envases y demás de un solo uso ameritan en el mediano plazo ser retirados de circulación, nuestros modos de vida saludable no solo deben evidenciarse en el futuro de la reproducción humana, en el sistema de salud que bien que mal tiene 420 personas vivas de más de centenares de años.
Me pregunto si la mensajería que hizo cambiar de criterio a estos estúpidos diputados tendría algo que ver con su apego al plástico de la tarjeta de crédito y débito que tiene ocupada a la Fiscalía de la República tras las nuevas donaciones en ese formato, ¿será parte de la candidez con la que nuestro pueblo tiende a admitir irrelevancias al sentido común como las que nos ocupa?
Esos pocos diputados no deben subestimar el futuro, este los alcanzará, al menos esperaría en este futuro que sus tarjetas plásticas de crédito vayan a engrosar las columnas y paredes sin lujo de infraestructura reutilizable.
