Estoy harto de las opiniones de Cannabis
Pablo Pérez Sibaja*
Estoy cansado de tantas opiniones en torno a la marihuana, incluyendo la mía. Cuando la gente habla de porcentajes… ¿es porque ya hizo el estudio o porque no tiene una idea de lo que habla? Al final todos contribuimos al ruido. Eso lo aprendí del libro “Pensar Rápido, pensar despacio” de Daniel Kahneman.
Los personeros anticannabis, por ejemplo, dicen: “Un estudio del IAFA en el 2011 demuestra que…”. Entonces La Tocola les responde: “Los primeros cannabinoides que consumimos…”. Así llegan una tras otra frases como “Hay estudios…”, “Se ha demostrado…”,“Sólo el tres por ciento de la población”, etc.
En medio de este fuego cruzado quedamos nosotros, poniéndonos de un lado o del otro cuando la mayoría de lo que se habla es paja. Se habla paja porque no sabemos qué es un cannabinoide, ni sabemos cuál fue la muestra del estudio del IAFA, mucho menos en qué población se realizó y cuáles fueron las preguntas que se hicieron para generar el “estudio”.
Tampoco sabemos qué es “adicción química”, pero estamos preocupados por estar “a favor” o “en contra” y, por supuesto, convencidos de que tenemos la razón.
Un escéptico cuestiona la fuente de información y no toma partido porque tiene una duda. Pero a uno no le gusta aceptar que no sabe, y no le gusta aceptar ese vacío de no poder tomar una posición.
Nos incomoda aceptar la duda cuando lo cierto es que lo que más generan estos debates es precisamente eso: dudas. Dudas que deberían ser contrarrestadas con información real y de primera mano.
Uno no debería rajarse a decir en televisión que “la cannabis no provoca adicción química” si no corroboró el estudio con sus propias manos. Sea doctor o sea artesano, da igual. A la ciencia no le importa su profesión, le importa que los resultados se puedan repetir y que sean sólidos.
Respecto a la cannabis lo cierto es que en Costa Rica no hay estudios concluyentes porque es ilegal. Si se legaliza (tratándola como una droga, no como una mata mágica cura todo) poco a poco, las estadísticas van a ser concluyentes, como pasó con la industria tabacalera y como ha pasado con el alcohol. Si se legaliza, sabremos eventualmente cuáles son sus pro y contras.
Pero no hay que ser hipócritas, no pensemos en que se debe legalizar porque “es buena”, no hay que ser inocentes, pensemos en que se debe legalizar porque es un producto de consumo, que puede generar empleos, que puede debilitar al narcotráfico y que puede evitar muertes.
Ya hay casos que lo demuestran con números claros y verificables (Seattle es un buen ejemplo). En esta orgía de datos cruzados, la hablada de “las drogas son malas porque yo digo y punto” está añeja y no hace efecto, sea usted el IAFA o sea usted la madre de un adolescente.
Si la mota la vendieran en la licorera de la esquina, el dependiente le pediría cédula a su comprador, tal como hace con el licor y con los cigarros. El “dealer” que trabaja en la calle de la amargura a doscientos metros de un colegio no pide cédula.
Esa es mi opinión y estoy harto de ella.
*Humorista y escritor.
