El Ministerio Público pidió 3 meses de prisión preventiva en contra del jefe regional del OIJ de Quepos, de apellidos Solano Gutiérrez, por considerar que tenía prueba suficiente para mantenerlo en prisión por los supuestos delitos de retención indebida, abuso de autoridad y asociación ilícita.
No obstante, el Juzgado de Hacienda consideró que en esta etapa del proceso no era necesario, por lo que dejó libre al jerarca sin medidas cautelares.
El proceso y la investigación en su contra tanto en el OIJ como en la Fiscalía y la Inspección Judicial continúan abiertos.
FALTA DE ROTACIÓN
Solano Gutiérrez tenía 12 años de trabajar en la misma delegación, algo que según el fiscal general Jorge Chavarría debería cambiarse, con el fin de evitar la infiltración de grupos criminales.
“Nos preocupa mucho la vulnerabilidad de la zona por la penetración de las organizaciones criminales y sobre todo cuando un funcionario público hace favores a particulares. Esto plantea la necesidad del traslado de jefes para evitar este tipo de contactos de mucha confianza con estos ciudadanos”, declaró.
DIARIO EXTRA le consultó al subdirector del OIJ, Gerald Campos, si es conveniente tener a alguien tantos años en el mismo puesto, a lo que comentó que “es igual a cualquier otro puesto que se nombre en propiedad, hasta que la persona se jubile o decida ocupar otro cargo dentro de la institución”.
SU CARRERA
Solano Gutiérrez ingresó al OIJ en febrero de 1985 como conserje en la Delegación Regional de Cartago, donde luego ocupó el cargo de oficinista y auxiliar de investigación por varios años.
También trabajó en la sección de Menores en San José, Pérez Zeledón, Alajuela, Tres Ríos, Turrialba, Sarapiquí, Grecia y desde hace 12 años en la Subdelegación Regional de Aguirre y Parrita.
Para Gerardo Castaing, experto en temas de seguridad y exagente del OIJ, la rotación de ciertas personas en puestos de confianza permite alejar tentaciones y evitar que se cometan delitos por omisión, que es cuando alguien deja de hacer lo que le corresponde o cumplir con su responsabilidad.
“Yo conocí a Solano en Cartago y en aquel momento era una persona que se distinguía, muy dedicada y apegada a los reglamentos, pero cuando lo trasladan a Quepos lo que yo creo que pasó es que faltó supervisión, es decir no hubo fiscalización de campo que de los frutos necesarios para que los funcionarios no cometan delitos”, explicó.
Según Castaing, para que no se generen vínculos peligrosos es necesario rotar al personal con cierta frecuencia y obligar a una supervisión constante sobre el accionar de cada uno de los funcionarios que forman parte de la delegación.
