A doña Elizabeth Odio Benito
Marilyn Batista Márquez
El Programa para el Desarrollo de la Mujer Empresaria de la Cámara de Comercio dedicó su V edición de los premios Alborada a Elizabeth Odio Benito, la jueza de la Corte Penal Internacional que se describe a sí misma como una mujer “terca, tenaz, insistente…y feminista”.
Recientemente tuve el honor de conversar con doña Elizabeth, ex vicepresidenta de la República de Costa Rica y exministra de Justicia, sobre la posición de la mujer en nuestra sociedad y su lucha por la igualdad de género. Fue contundente en manifestar la necesidad del apoyo de mujeres a mujeres como acción vertebral para lograr escalar puestos de liderazgo, tanto en el sector público como en el privado, y hacer un frente común que impulse la erradicación del discrimen de género en todas las áreas en las que actualmente se manifiesta.
“Es difícil sentir que hemos alcanzado la plena equidad, debemos ser muy solidarias entre nosotras. Cuando estemos en posiciones destacadas, debemos abrir camino a las que vienen atrás. Tratemos de contar con las más jóvenes, brindarles oportunidad para ayudarles a crecer”, dijo la Profesora Emérita de la Universidad de Costa Rica, que fue postulada a la Corte Penal Internacional por la República de Panamá, cuando doña Mireya Moscoso era su presidenta, y el Presidente de Costa Rica en aquel momento, Abel Pacheco, le había retirado el apoyo.
El nombre de doña Elizabeth es imprescindible en la lista de personas que han luchado a lo largo de la historia por el respeto a los derechos humanos. Su hoja de vida refleja gran cantidad de actividades y méritos, entre ellos, ser una de las impulsadoras del Código de Familia en Costa Rica.
Como defensora de los derechos de las mujeres es clara y firme en su argumento de cero tolerancia a cualquier tipo de discriminación: “Nunca deben aceptar que se les discrimine, mucho menos permitir el acoso sexual, el cual hay que erradicarlo de raíz. Las mujeres y hombres de este tiempo deben luchar contra la violencia intrafamiliar. Nunca deben tener miedo”.
Este breve encuentro con doña Elizabeth me hizo recordar muchas cosas, entre ellas, que no debemos cansarnos de defender nuestros derechos en condiciones de igualdad y libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural, civil y de cualquier otra índole.
Que debemos dirigir esfuerzos tenaces en modificar los patrones socioculturales de conducta de hombres y mujeres, con miras a alcanzar la eliminación de los prejuicios y las prácticas consuetudinarias y de cualquier otra índole que estén basados en la idea de la inferioridad o superioridad de cualquiera de los sexos o en funciones estereotipadas de hombres y mujeres.
Y que no importa de qué lugar provengamos, tenemos que brindar una educación familiar que incluya la comprensión adecuada de la maternidad como función social y el reconocimiento de la responsabilidad común de hombres y mujeres en cuanto a la educación y al desarrollo de sus hijos.
Estoy segura de que el liderazgo y el legado de doña Elizabeth Odio Benito inspirarán a muchas mujeres a continuar afrontando obstáculos para ejercer sus derechos de forma plena y lograr salir de la posición de subordinación en la que todavía se encuentran.
Ella me recuerda que las fuerzas que se asocian para el bien no se suman, se multiplican…
