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Opinión

Cocorí y el “bullying”

Política en positivo

Pocas veces un tema relevante ha generado una controversia tan ácida y al mismo tiempo tan inútil como la polémica sobre Cocorí.

 

Después de todo lo dicho, el asunto no parece dar para más, y sin embargo hay un aspecto que no ha sido mencionado y que no quiero dejar pasar.

 

Más allá de los argumentos de unos y otros, sería de una contumacia digna de consulta profesional, negar que la obra es polémica, y que la controversia no es simplemente el resultado de la hipersensibilidad de algunas personas.

 

Al mismo tiempo, que el Ministerio de Cultura retirara el musical no contribuye en nada a construir una mejor identidad colectiva ni a corregir nuestros problemas de convivencia.

 

Sólo puso en evidencia la falta de criterio de las respectivas autoridades.  La decisión constituye un acto de censura que limita la expresión artística, empobrece nuestra cultura e incluso sirvió para dar “aire” a una discusión absurda como es la de si deben o no invertirse recursos públicos en actividades culturales.

 

Volvió a escribirse sobre las contradicciones de nuestra identidad, y escuchamos diferentes argumentos sobre si hay o no racismo entre nosotros.  En un sentido opuesto, otros reclamaron que se hable de discriminación en Costa Rica y que se insista en denunciar el libro como una de sus fuentes.  Exabruptos se dieron a ambos lados de la discusión, lo cual demuestra que en esta sociedad hay temas pendientes de resolver y, peor aún, que no sabemos cómo abordarlos.

 

Tiempo atrás, cuando el Estado de Israel invadió parte del territorio de la Autoridad Nacional Palestina, se multiplicaron en redes sociales los insultos contra los judíos, como si las personas de dicha cultura y religión no fueran tan costarricenses como cualquiera.  Algunos al sentir el reclamo por el antisemitismo de sus expresiones, se justificaron alegando su indignación por la violación de los derechos humanos en Gaza.  Pronto se vieron enfrentados a ese “algo” interior y oscuro que no tiene justificación alguna, cuando guardaron silencio ante las imágenes brutales de los crímenes del Estado Islámico y los “yihadistas”.  Esta vez no hubo indignación, o si la hubo se expresó de otra manera.

 

La invasión israelí removió ese “algo” que yace en una parte de nuestra sociedad y que también se ha expresado en diferentes ocasiones contra costarricenses de origen africano, precolombino o nicaragüense, y que convendría tratar sin disimulo.

 

Volviendo a Cocorí, creo sin embargo que el problema no está en si el libro es realmente racista o no.  Esta es una posibilidad que inevitablemente provocará mil discusiones, con mayor o menor fundamento, y con resultados constructivos, o todo lo contrario.  Sabemos que cualquier expresión artística es capaz de generar una diversidad de reacciones que no necesariamente previó o quería el autor.

 

En el caso de una obra de arte polémica, la causa del cortocircuito que provoca, hay que buscarla en el contacto que hace con algún aspecto de la realidad.  Por eso la censura es inútil.  Pero de todo esto ya se habló.

 

A dónde quiero llegar es a que el hecho de que el libro haya sido escrito en una época muy distinta a la de hoy, no cambia la realidad de que varias generaciones de costarricenses descendientes de haitianos y jamaiquinos, a su vez descendientes de africanos, fueron en su niñez sujetos de lo que actualmente se conoce como “bullying”.  Padecieron un acoso infantil por el cual les arrancaron su identidad y en son de broma (burla) pasaron a ser “Cocorí”.  Una broma, sí, pero de esas que marcan a un niño para toda la vida.

 

No pretendo relativizar la gravedad del problema, sino decir que es igual de grave, pero por una razón más inmediata, que explicaría por qué esa obra genera un efecto que no provocan otras en las que también hay relatos de violencia y discriminación de todo tipo.

 

Por lo tanto, no creo que la solución esté en censurar el libro y condenarlo al olvido, sino en entender cómo su trama, en determinadas circunstancias, se convirtió en la motivación de la burla que han sufrido niñas y niños costarricenses y pertenecientes a la misma etnia del protagonista.  Mi solidaridad con todos ellos.

 

PERIODISTA: Fernando Ferraro Castro

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Sábado 23 Mayo, 2015

HORA: 12:00 AM

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