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Opinión

En un bosque, de la China, un diputado se perdió...

¿Cómo reaccionaría un católico si un día el gobierno de Italia dice que nombrará al siguiente papa y encarcela cardenales? Esa es la situación en China. En 2011, el líder espiritual de millones de budistas tibetanos, y Premio Nobel de la Paz, el Dalai Lama, entonces de 76 años, escogía con otros monges budistas el proceso para nombrar a su sucesor.


El gobierno de China lo declara delito y dice que el título de “dalai lama” será concedido por funcionarios de Pekín, no por los monges.


Esto es el extremo blando de la pelea religiosa y cultural derivada de la ocupación política del Tíbet por parte de China. En el extremo duro, hasta Amnistía Internacional ha denunciado violaciones de derechos humanos, prisión de monges budistas para su “reeducación cultural”, cierre de monasterios, tortura y la inmolación de nueve monges en un año.


Un país como Costa Rica, defensor de derechos humanos, debería alzar la voz en contra de la violencia. Como estamos limitados porque China es una potencia económica mundial, alérgica a la crítica sobre el tema, podríamos salir por la tangente con la tibia posición de la “neutralidad perpetua” ante el conflicto político, pero censurando las agresiones y privaciones de libertades personales. Eso sería una salida diplomática muy endeble, pero potable.


¡Pues no! Resulta que un diputado prácticamente desconocido en el país, que por azar hoy ocupa la silla de presidente del Congreso, aceptó junto con otras tres diputadas, todos del Partido Liberación Nacional, un viaje financiado por el Gobierno de China, para ir a pasear allá.


El viaje no tiene ningún objetivo real ni beneficio tangible para nuestro país. Allá bien chineado cayó en la ratonera, tal vez sin saber lo que implicaba, se dejó decir que Costa Rica apoya la política de “una sola China” del gobierno de Pekín, lo cual incluye la exigencia de soberanía sobre el Tibet y sobre Taiwán.


Metida de pata triple. 1. No le corresponde hablar en nombre del país, para eso hay un embajador en China, un Ministro de Relaciones Exteriores y una Presidenta. 2. Apoyar la dominación del Tíbet es apoyar las agresiones a derechos humanos. Y 3. Apoyar la soberanía China sobre Taiwán es tomar partido en un conflicto que a ratos toma tintes bélicos.


En el segundo tema, la República Democrática de China en Taiwán no está reconocida en la ONU como un país independiente, aunque en términos prácticos ya lo es. Pelean con China la soberanía sobre la pequeña isla de Taiwán. La situación es análoga a la de Palestina, un país en términos prácticos existente, que lucha por ser soberano en un territorio.


En el caso palestino, Costa Rica apoya la coexistencia pacífica de dos naciones: Israel y Palestina, y hasta designó embajada en Palestina. En el caso chino, no fuimos concordantes: “Salados los de Taiwán, viva China”.


Conviene que los diputados revisen nuestra Constitución donde censura que alguien tome la representación del país sin estar autorizado para ello, y conviene que la Presidenta y el Ministro de Relaciones Exteriores den la posición oficial de Costa Rica sobre el Tíbet, Taiwán y “una sola China”. Tal vez puedan arreglar la metida de escarpines.


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Martes 16 Julio, 2013

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Por: César Monge Conejo

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