Desnutrición y obesidad: los dos extremos de la malnutrición

Doscientos millones de niños alrededor del mundo, 1 de cada 3 niños menores de 5 años, sufren desnutrición crónica o aguda, mientras que otros 40 millones viven con sobrepeso. Con excepción de África, el número de niños que pasan hambre ha disminuido en el mundo mientras que el número de niños que sufren de obesidad sigue aumentado en todos los continentes.

Este aumento se da también entre los adultos; en 2016 la Organización Mundial de la Salud calculaba que tres de cada 10 habitantes del planeta, 200 millones de personas tenían sobrepeso y de ellas 796 millones padecían obesidad.

Estos datos son verdaderamente alarmantes si pensamos en las consecuencias y el impacto en los sistemas de salud que tendrán que enfrentar la atención de millones de pacientes de todas las edades con enfermedades como diabetes tipo 2, hipertensión, enfermedades cardiovasculares, apnea de sueño, algunos tipos de cáncer, artrosis degenerativa, entre otras.

La obesidad se ha convertido en una epidemia global al punto que, por primera vez en la historia, hoy han más personas con sobrepeso que hambrientas. La ingesta de la comida chatarra y el sedentarismo es cada vez más común, especialmente entre las nuevas generaciones.

Y tan grave como la desnutrición y la obesidad infantil es “el hambre oculta” que tal y como su nombre lo indica, es esa que no se ve. En este caso el niño no está por debajo de su peso o estatura, sino que carece de minerales y vitaminas necesarios para un correcto desarrollo lo cual puede conllevar a un deterioro mental, lentitud de reflejos o incluso la muerte.

La desnutrición, la obesidad y el hambre oculta, todos nos refieren a un tema de malnutrición que debe ser atendido y puesto en agenda por parte de padres y gobernantes. Las costumbres alimentarias se han modificado en todos los países y es cada vez más común que las personas consuman alimentos fuera de casa o ultraprocesados que sustituyen la dieta casera, la cual por lo general es más balanceada. En Costa Rica, por ejemplo, el consumo de verduras, tubérculos, frutas y proteína animal ha disminuido considerablemente, en perjuicio de una adecuada nutrición.

Y si bien es cierto los niveles de desnutrición en nuestro país, de acuerdo con la FAO, mantienen la tendencia a disminuir, también es cierto que se evidencia un aumento de sobrepeso en menores de 5 años, siendo el país centroamericano que registra la cifra más alta: un 8% de obesidad infantil. Entre los adultos el aumento también es significativo, mientras que en 1980 solo un 3,6% de los hombres mayores de 18 años presentaba obesidad, en 2016 había subido a un 21,1% y en las mujeres, en ese mismo periodo, aumentó de un 9,2% a un 30,4%.

Las autoridades han tomado algunas medidas para disminuir el consumo de productos de alto valor calórico en escuelas y colegios, pero es necesaria, ante esta epidemia de obesidad, una campaña de concientización a nivel de padres de familia pues es en el hogar donde se forman los hábitos alimenticios, es ahí donde los niños aprenden a consumir alimentos que garanticen su sano desarrollo.

La campaña de concientización podría ir acompañada de una estrategia para promover el ejercicio, aumentar el consumo de alimentos no procesados, la creación de huertas familiares o comunales y, por qué no pensar en apoyar a pequeños emprendedores, para impulsar la creación de restaurantes de comidas rápidas saludables. Sobra decir que la industria alimentaria debe contribuir haciendo un esfuerzo por ofrecer a los consumidores alimentos de mayor valor nutricional.

Lo que no podemos hacer, como sociedad, es ignorar es que organismos internacionales están presentando datos alarmantes, la epidemia de la obesidad está tocando nuestra puerta y aún libramos una lucha contra la desnutrición infantil. Autoridades y padres, por igual debemos asumir el tema con responsabilidad, compromiso y prontitud.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

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Sábado 19 Octubre, 2019

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Gloria Bejarano Almada