La corrección no debe ser violencia

EDITORIAL

¿Se acuerda cuando nuestros padres de familia nos daban de fajazos para hacernos saber que no estábamos comportándonos correctamente? Dicha práctica que viene de nuestros antepasados era considerada un hecho común con el que se buscaba corregir los errores de los hijos.

Sin embargo, en cuanto acciones de esa índole debe cobrarse conciencia de que involucran violencia y en los niños pueden generar un severo problema al momento en que lleguen a la vida adulta.

De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), cerca de 504 mil niños entre uno y 14 años de edad experimentaron métodos violentos de disciplina, lo que representa el 49% de la población infantil en general.

De esa población, el 3% de los menores sufrió algún tipo de castigo físico severo y un 30% tuvo agresión en el ámbito psicológico. Si bien es cierto desde los cinco años los números de castigo físico comenzaron a disminuir considerablemente, llama la atención el castigo psicólogo al que son sometidos nuestros hijos.

Una acción disciplinaria más moderada para que puedan rectificar puede ser quitarles lo más valioso para ellos, por ejemplo, no dejarlos usar el Play Station, no salir a jugar fútbol o no ver televisión, restringirles el uso de internet.

Esa clase de medidas facilitarían que desde niños comprendan que el asunto de la convivencia y educación en el hogar no se reduce a que hay que dejarlos hacer lo que quieran, sino que deben entender que los padres hacen todo para darles lo necesario y eso incluye una formación integral en valores como la misma disciplina.

A veces es necesario llamarles la atención como corresponde, porque la misión como padres de familia es que nuestros hijos sean ciudadanos de bien. Es necesario hablarles con autoridad para que los menores sepan que la cosa no es jugando, sin embargo, la autoridad y el empoderamiento parental no representa gritos y ni mucho menos maltrato físico que implique consecuencias nefastas a futuro.

Al escuchar comentarios en las calles es común percibir que la gente está a favor de darles un chancletazo y nada más, sin embargo otros señalan que este simple hecho ya es el umbral de un ciclo de violencia.

Instituciones como el Patronato Nacional de la Infancia (PANI) deberán poner atención a situaciones de esta índole, en el tanto que tienen que desplegar acciones contundentes para su freno, no como lo hacen usualmente dejando la cosa a medio palo.

De nada sirve estar lamentándose o haciendo llamados de atención a los padres de familia por casos trágicos cuando no se está haciendo nada por una cultura de prevención ni de atención.

Este 9 de setiembre se conmemora el Día del Niño, fecha que lejos de prestarse para una celebración por todo lo alto, debería dedicarse a la reflexión sobre lo que como sociedad costarricense y como país se adeuda a los derechos de la niñez y la adolescencia.

Los padres de familia también deben poner de su parte, pues las formas de la violencia son innumerables, algunas de las cuales pasan por una naturalización cultural que nos deja ciegos a su detección.

Formas de violencia son el descuido de la salud, la alimentación y el estado físico de los menores de edad. Solo en el 2018, el PANI recibió 14.000 denuncias contra los adultos encargados del cuido de sus hijos, dato que preocupa sumamente a las autoridades.

No es posible que a estas alturas un padre de familia no sepa tampoco el momento para vacunar a sus hijos o que tengan problemas de peso por desnutrición.

Si bien eso es responsabilidad directa de los padres, las instituciones deben dar un acompañamiento efectivo para proceder a realizar las acciones que corresponden.

PERIODISTA: Redacción Diario Extra

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Jueves 05 Septiembre, 2019

HORA: 12:00 AM