Algunas veces estarás en la cima a cargo de todo, resolviendo cualquier asunto, salvando el día, y otras veces estarás desinflado, apachurrado, con pereza, sin ganas de luchar o tal vez fallaste y no lograste solucionar ni vencer. Y sabes una cosa, está bien. No se puede con todo siempre.
Es bueno saber que no siempre se gana, algunas veces se falla y a veces se cede por decisión propia al cansancio, y eso no significa que estás mal, que eres mala persona o que eres un fracaso.
No es sano personalizar el error. Se personaliza el fracaso cuando te atacas a ti mismo, cuando uno comete una falla y la convierte en parte de uno mismo leyendo ese error de esta manera “si fallo, entonces estoy mal y soy un perdedor”.
Es sano, es bueno que te entiendas, que tengas compasión, misericordia y gracia hacia tu persona.
Descansa, toma un tiempo, relájate, aléjate de todo por un buen rato si es preciso y en ese descanso toma fuerza, haz un espacio para replantear lo que te venció, examínate, hazte una mirada apreciativa interna, pide consejo.
A veces un par de ojos extra puede ver algo que tú no ves por la aflicción, para que cuando vuelvas de nuevo tengas el poder de salir adelante, de crecer y vencer.
El perfeccionismo no es una forma inteligente de vivir, nunca nada ni nadie será perfecto. El que vive con esa expectativa termina con una gran frustración y dolor en su interior.
Otra situación a considerar es el querer tener todo bajo control y pensar en la fantasía que sí se puede controlar cada acontecimiento es definitivamente provocador de una vida tóxica.
En esta situación donde me embarga la tristeza si fallo es importante aprender a ser felices en todo momento. La felicidad no debe depender de si nuestro entorno está bien o mal, debe ser una decisión firme y personal que se tome día a día.
Sabes, Dios no te pide perfección porque Él sabe que ni tú, ni nadie se la puede dar, así que no te presiones solo. No cargues con cruces que nadie (ni Dios) te está pidiendo que cargues, pero eso sí, te pide una actitud perfecta y esta actitud es aquella donde se lucha por alcanzar nuevas alturas que te llevarán a una plenitud más funcional, donde seas feliz.
Mauricio Mora
Consejero familiar
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