El gozo del pensamiento tenaz positivo
José Francisco Monge Masís
Existe un sistema de pensamiento positivo, creativo, en el cual la mente recta entra en una coherencia con el Espíritu, con el universo de posibilidades sinfín y vibrando en las más altas frecuencias, donde se alojan el amor, la felicidad, el altruismo y la compasión, entre otras virtudes que están a nuestro alcance si así lo decidimos.
Si nuestro pensamiento es tenaz en este sistema de pensamiento positivo, alcanzaremos el gozo y la plenitud mientras estemos de paso por este mundo viviendo la experiencia humana, encontrando en el servicio a todo ser viviente, la paz del espíritu, la salud física y mental, además una fuente inagotable de energía positiva que consiste en los poderes insondables del universo.
Por el contrario, si caemos en el sistema de pensamiento de la mente errada, negativa, en el cual la mente vive en un estado de zozobra, culpa, miedo, rencor, tristeza, odio, incoherencia, estrés, pendientes del cuerpo, el entorno y el tiempo, hemos descendido a las más bajas frecuencias del mundo material, arropados por la ansiedad que es una plaga de nuestros tiempos.
Pierre Teilhard de Chardin, eminente teólogo y paleontólogo francés, afirmó: “No somos seres humanos que pasamos por una experiencia espiritual, somos seres espirituales que pasamos por una experiencia humana”. Y como seres espirituales debemos revisar nuestras formas de vida, saber dónde y en cuál sistema de pensamiento divaga el nuestro, para desaprender lo mal aprendido, rectificar el camino y emprender un nuevo episodio en este transitar revestidos de un nuevo ser.
Para identificarnos y vivir el gozo del pensamiento tenaz positivo, el Dr. neurocientífico Joe Dispenza, en el aparte “Supervivencia frente a creación”, extraído de su valioso libro “Deja de ser tú”, expresa:
“El yo egoísta.- Como puedes ver, lo que identificamos como nuestro yo existe en el contexto de la asociación emocional colectiva de nuestros pensamientos y sentimientos, nuestros problemas y todos esos elementos de los tres grandes aliados del ego (cuerpo, entorno y tiempo). No es de extrañar que nos cueste tanto mirar en nuestro interior y dejar atrás la realidad que hemos creado. ¿Cómo íbamos a saber quiénes somos si no fuera por el entorno, el cuerpo y el tiempo? Por eso dependemos tanto del mundo exterior. Nos limitamos usando los sentidos para definir y cultivar las emociones a fin de recibir la respuesta psicológica que reafirma nuestras adiciones personales. Hacemos todo esto para sentirnos humanos.
Nos obsesionamos con nuestro cuerpo, o con aspectos del entorno y vivimos esclavos del tiempo. Nos quedamos atrapados en esta ficticia realidad en concreto y creemos ser incapaces de cambiar, de suprimir el hábito de ser el de siempre, y vivir los pensamientos y sentimientos de siempre. En estas condiciones, al ego egoísta lo que más le preocupa es prever cada resultado de cada situación, porque está demasiado centrado en el mundo exterior y se siente totalmente separado del 99.99999 por ciento de la Realidad. Cuanto más definimos la realidad con los sentidos, más se convierte en nuestra ley. Y la realidad material como ley es lo opuesto a la Ley cuántica…”.
El postulado inicial y fundamental de “Un Curso de Milagros”, curso indispensable para entrenar nuestra mente y para vivir la experiencia terrenal indica: “Nada real puede ser amenazado, y nada irreal existe. En esto consiste la paz de la Mente Uno, la Mente Creadora”, postulado al que se concatena la Ley cuántica expresada por Joe Dispenza, y explicada a profundidad en sus obras y conferencias. Si se piensa tenazmente en aquello que sea coherente con nuestro mundo interior, despojados de los sentidos, cuerpo, entorno y tiempo, eso vendrá con creces.
