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Opinión

Sistema educativo de Costa Rica: Arrodillado a los pies del mercado

Msc. Ariel Robles Barrantes*

Para intentar comprender las pretensiones de un sistema, en otras palabras, la supuesta visión de un Estado, es necesario el estudio crítico del sistema educativo establecido en un país. Porque es el sistema educativo quien marca el futuro de una sociedad. Podemos preguntarnos, ¿a dónde va la educación formal costarricense?

Es necesario aclarar que resulta posible respetar los diversos criterios que puedan existir en torno al éxito que el sistema educativo en nuestro país tenga en otras áreas. Sin embargo, si analizamos su eficacia en torno al fortalecimiento del pensamiento crítico como una de las formas de liberación del ser humano hacia una sociedad con menos estereotipos y limitaciones, además de brindar un mayor entendimiento del mundo y su correlación de fuerzas, podríamos encontrarnos grandes sorpresas. Es que finalmente es el pensamiento crítico el que brinda la oportunidad de entender la importancia de una vida digna para las clases sociales más limitadas y explotadas del país a través del entendimiento de su entorno y la exigencia de sus derechos como seres pensantes capaces de incidir en la sociedad.

La verdadera educación transforma a quienes participen de ella, pero para esto es necesario romper inicialmente con la imagen tradicional del educador como sabedor del todo, único y dueño de la razón, y el educando como una mente vista al igual que una caja vacía que necesita ser llenada. Esto quiere decir que el planteamiento de la educación transformadora parte de que ambos; estudiantes y educadores, pueden ser los transformados. Implica llegar a vivir un proceso donde la dinámica educativa se realice desde un mismo nivel entre educadores y educandos. Es el método que deja de lado la educación bancaria planteada por Paulo Freire (1970) en su libro Pedagogía del Oprimido, como la que “conduce a los educandos a la memorización mecánica del contenido narrado” (p.78). Ya en este aspecto podríamos hablar de las enormes limitantes del Sistema Educativo Costarricense para romper este esquema memorístico. Pero cómo cambiarlo si se mantienen las imposiciones conductivas al educador y la relación educador-educando de la vieja pedagogía. Si se analiza las políticas educativas de los últimos años, es posible deducir que, a pesar de cambiar metodologías y temáticas, se sigue manteniendo un mismo sistema, enfocado en la corriente de pensamiento que posiciona al educador como único sabedor y dirigente del proceso cognitivo. 

Debemos señalar que, desde los objetivos planteados para la regionalización de la educación en 1978, se puede percibir que los fines pedagógicos costarricenses han sido enfocados en el desarrollo socioeconómico a partir de la formación técnica. Es decir, el desarrollo del individuo como un ser intelectual y crítico, no ha sido una meta para quienes gobiernan del país. Esto porque a vivas luces el planteamiento es que, a partir de la formación técnica, se pueda brindar herramientas necesarias a la población para tener lo que ellos llaman una “mejor” calidad de vida. ¿Qué entienden por calidad de vida? Una de las primeras definiciones oficiales se puede encontrar en la emitida por el Ministerio de Educación Pública (MEP) desde OEI (1997), donde se define calidad de vida como “el bienestar general en todas las dimensiones que define al individuo: física, social, económica, profesional y espiritual” (p. 8). Bajo este concepto, se puede decir que quien posea en Costa Rica estos requerimientos goza de una calidad de vida. El sistema educativo responde entonces a este criterio, dejando de lado el desarrollo intelectual porque no representa ninguna incidencia dentro de la supuesta calidad de vida establecida oficialmente, como resultado el sistema educativo se centra solamente en la formación técnica viendo al individuo más que como un ser pensante como un robot que debe estar listo para funcionar y, mientras funcione, no importa que no razone. Este fenómeno se puede achacar a la necesidad del sistema educativo por responder a los servicios que exige el mercado internacional como lo establece nuevamente la OEI (1997), “Como contribución al desarrollo sostenible de la nación, se plantea coadyuvar en la formación de los recursos humanos a efectos de elevar la competitividad y la eficiencia del país, posibilitando así su inserción exitosa en el mercado internacional” (p. 8). Ante esta presión de carácter geopolítico, el Ministerio de Educación Pública responde a los intereses gubernamentales con un planteamiento que continúa hasta la actualidad, a golpe de tambor en función de lo que dicta el mercado y la economía internacional. Es por esto que ahora el MEP impulsa planes pilotos como la educación dual, no como una prueba para avanzar en alcanzar una vida digna, sino como una exigencia del mercado, doblando sus rodillas e hincándose a sus disposiciones. 

 

*Joven ciudadano del Sur.

 

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Miércoles 28 Diciembre, 2016

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