Catástrofe migratoria
Fernando Berrocal
Nuestros gobernantes creen que se puede vivir sin una política migratoria y eso es un absurdo y un grave error.
Urge una política migratoria y de derechos humanos, pero con reglas, derechos y obligaciones claras y no solo para los emigrantes, sino también con los países, especialmente con Nicaragua. De gobierno a gobierno.
No tenemos ninguna política migratoria de Estado frente a la constante migración nicaragüense, ni frente a la oleada de cubanos y africanos que están llegando al país, sin olvidar los miles de colombianos, dominicanos, jamaiquinos y recientemente haitianos.
En el consulado de Costa Rica en Managua se tramitan 600 visas diarias y en Chinandega 200: o sea que 800 nicaragüenses cruzan legalmente nuestra frontera todos los días buscando trabajo. Miles más entran ilegalmente por los puntos oscuros fronterizos, por el norte los nicaragüenses y por el sur todos los demás.
No sabemos cuántos emigrantes legales e ilegales hay en nuestro país, pero son casi 1 millón de seres humanos: un 20% o más del total de los habitantes. Ni que fuéramos Alemania o Francia con la emigración de turcos y sirios. Solo que nosotros quebrados, jodidos y con serios problemas de desarrollo. En porcentajes, es mucho más grave la situación en Costa Rica que en Europa.
¿Cómo no van a estar quebrados el Estado costarricense y sus servicios públicos de salud, educación y asistencia social y humanitaria?
Las nicaragüenses traen sus hijos a nacer al Hospital de la Mujer. Miles de colombianos y dominicanos se han casado a control remoto con mujeres costarricenses, en protocolos de abogados deshonestos. Sus hijos también son costarricenses. Ahorita va a pasar lo mismo con los africanos que cruzan el Océano Atlántico y hacen felices a las mafias de coyotes y su grandísimo negocio ilegal.
Pasa el tiempo y nadie se inmuta en el Gobierno, ni se define una política migratoria de Estado. El resultado: casi 1 millón de migrantes en Costa Rica.
Lo de Nicaragua es un mal matrimonio sin derecho a divorcio, pero no podemos aceptar que como estamos peleados con Daniel Ortega, la crisis migratoria no tiene solución, cuando las relaciones entre los estados están por encima de las vanidades y los caprichos de los gobernantes, los de aquí y los de allá. Eso es tercermundismo en pleno siglo XXI.
Pues yo PROTESTO: considero que esto es una catástrofe nacional y una bomba de tiempo, a la que hay que sumar la pobreza del 25% de nuestros habitantes, el narcotráfico, el sicariato y el crimen organizado, las bandas de delincuentes, las enfermedades y el analfabetismo, los asaltos a mano armada y los homicidios, la falta de policías y la enorme inseguridad generalizada a todo el territorio nacional.
Volvimos, una vez más, a ser un país de fronteras abiertas y libres a lo que sea, a vista y paciencia de enormes e ilícitos negocios de coyotes mafiosos y autoridades fronterizas migratorias, aduaneras y policiales, incompetentes y cómplices. Esa es la pura verdad.
¿Cuándo tomaremos en serio la actual y grave crisis migratoria y de inseguridad que azota a Costa Rica?