Servidumbres aparentes y continuas
La ley a su alcance
La gente tiene un vago conocimiento de las servidumbres, porque se habla de ellas en términos muy informales. Casi siempre, de las servidumbres se sabe que no son calles, sino pasos informales para acortar camino, atajos, o la servidumbre más conocida, que es la llamada “alameda”, término utilizado por el INVU cuando empezó a desarrollar sus proyectos habitacionales en Hatillo, Heredia y Alajuela, principalmente.
Esas servidumbres son parte de una buena cantidad de cargas y limitaciones, que eso son en realidad las servidumbres, y que afectan el derecho y goce de las propiedades raíces o inmuebles.
Según avancen los adelantos tecnológicos, se podrían ampliar los tipos o clases de servidumbres. Las más comunes, pero no las únicas, son servidumbres de paso, o sendas, para ser utilizadas a pie, caballo, carreta, o carro, con la longitud y medidas que la ley prevé, para darle salida a un terreno enclavado o aislado, de comunicación terrena con vías públicas.
La servidumbre de paso es, en clasificación legal y doctrinaria, no aparente y discontinua.
Esto significa que podría no ser evidente, podría estar disimulada en la realidad, y por esa razón, la ley ordena que debe estar inscrita.
Pero otras servidumbres han surgido en el último siglo: por ejemplo, los tendidos eléctricos que atraviesan un potrero, y que impiden construcciones estables en la superficie inferior al trazado.
Pero esas servidumbres también se ven, y con ellas otras, como las de cables telefónicos, televisión por cable, ventanas en las colindancias, que se califican como servidumbres de vista. Vean cuan variada puede ser una servidumbre.
Una servidumbre de acueducto, de agua potable o aguas servidas, puede ser aparente, o no aparente.
Si está enterrada, debe estar inscrita, porque de lo contrario, sería un vicio invisible para los adquirentes o contratistas que se interesen en el lote.
Con este comentario, podrán los lectores abrir su horizonte sobre un tema tan jodido como lo es la servidumbre, porque es compartir con una persona que no es dueña, la propiedad de mi pertenencia. Esto trae naturales conflictos que, al inicio, ni siquiera se adivinan.
