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Opinión

Con poco hacen mucho

Editorial

El pasado jueves quedó debidamente juramentada la Selección Nacional Femenina de Fútbol que encarará su primera cita mundialista mayor el próximo mes de junio, un premio a la perseverancia de una disciplina que tiene serias deficiencias administrativas.

 

Tal vez muchos aficionados estén alejados de la realidad, pero aunque no nos guste, este logro épico en el balompié femenil debe verse con ojos de análisis y no solamente con la ilusión de “un mundial más” para las vitrinas federativas.

 

A lo largo de los años el fútbol femenino en nuestro país ha ido dando pasos pequeños pero con cierta solidez, mostrando un crecimiento significativo pero que administrativamente aún tiene vacíos importantes.

 

Es indudable la calidad futbolística que poseen muchas de las seleccionadas patrias, sin embargo ellas deben mover cielo y tierra para poder solventar su vida cotidiana y además entrenar al nivel de una jugadora mundialista.

 

Basta con repasar cada una de las historias de estas muchachas que hoy palpitan ilusión y deseos de triunfar, así como cumplir el sueño de su vida.

 

De todas las seleccionadas que irán a Canadá solamente una, aunque parezca increíble, devenga un salario como jugadora profesional, se trata de Shirley Cruz en el fútbol europeo. De hecho es la jugadora costarricense con más éxitos conseguidos en el Viejo Continente, jugando para el mejor equipo femenino de Europa; bajo las condiciones en que se mueve el campeonato nacional eso es a todas luces un enorme éxito.

 

Mientras tanto, otras jugadoras sacrifican la parte económica con tal de continuar sus estudios en Estados Unidos, una decisión sabia e inteligente pero que claramente no siempre es lo que ellas quieren.

 

Las universidades norteamericanas apuestan mucho por el talento tico, pues aquí hay buenos prospectos que tan solo necesitan un poco de apoyo y buen trabajo técnico- táctico para demostrar tal poderío.

 

Aún así, siguen siendo las menos aquellas muchachas que tienen tal oportunidad de crecer deportivamente, así como en materia profesional, que al final es el respaldo para toda la vida.

 

Otras futbolistas se las ingenian en un torneo local que avanza poco a poco pero está a kilómetros de tener la misma preponderancia que el certamen masculino. 

 

Los dirigentes del fútbol femenino tico denuncian una vez y otra también, año tras año que el apoyo a su liga es casi nulo, muchos trabajan con las uñas y hasta terminan sacrificando sus propios recursos económicos ante la falta de patrocinios.

 

Hemos conocido historias de clubes de la primera división que apenas les alcanza para costear los pasajes de las chicas para que puedan llegar a entrenar, signo claro que el torneo -aunque no nos guste- sigue siendo amateur.

 

Las razones culturales de un país que avanza a poquitos pese a que el tema del machismo sigue cobrando su factura, incluso hasta los mismos medios terminamos pecando a veces de no abrir espacios para que estos esfuerzos sumamente importantes puedan darse a conocer con mayor facilidad.

 

Nos cuesta mucho darle la importancia que amerita un evento tan significativo para el fútbol costarricense, tal vez gran parte de la afición no alcanza a valorar su magnitud pero estamos a las puertas de lo que podría ser un antes y un después para el fútbol femenino. Ojalá que así sea.

 

Sabemos que esto no es algo solo de Costa Rica, pues a escala internacional la tónica no varía mucho, pero eso no debe ser excusa para quedarnos rezagados.

 

Entre las razones de este comentario está crear conciencia para hacer un alto en el camino, levantar la cabeza y por al menos un momento prestarle atención a un grupo de muchachas que se levantan varias horas antes que usted o yo, aunque no para hacer desayuno, sino para trasladarse hasta el Proyecto Goal donde entrenan por un par de horas.

 

Posteriormente a muchas no las espera un café caliente o la cama para seguir descansando, no señor. La gran mayoría se alista para ir a sus respectivos trabajos o bien seguir entrenando, pero con sus equipos de primera división femenina.

 

Esto no se acerca en lo mínimo, guardando las debidas distancias, a lo que viven los jugadores masculinos de los clubes patrios, esos que nos hacen vibrar en el estadio. Hay que reconocer que existen grandes diferencias.

 

Esperamos que esta histórica cita mundialista cambie radicalmente la forma de pensar de cientos de ticos, pero sobre todo que sepamos valorar el esfuerzo que estas muchachas están haciendo, no desde hace meses, sino años y que hoy rinde sus frutos.

 

Es un reto difícil y pase lo que pase en el campo deportivo, estas jóvenes ya son ejemplo para todos nosotros, demostrando que con poco se puede hacer mucho; simplemente es asunto de querer.

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Sábado 23 Mayo, 2015

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