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Opinión

Ni desesperar ni rendirse si resultados no son los esperados

La trascendencia de las pruebas de bachillerato y admisión a las universidades públicas es tan grande, que traen estrés y ansiedad tanto en el momento de su realización, como cuando se conocen sus resultados, por lo que significan para la vida presente y futura. El MEP dará los resultados de bachillerato el próximo 28 de noviembre y las universidades ya comenzaron a anunciar la lista de personas admitidas.

 

Para quienes los resultados no sean favorables, los profesionales en Orientación recomendamos no desesperarse ni tomar decisiones precipitadas, sino más bien comenzar a prepararse desde ya para las siguientes pruebas y explorar otras posibilidades.

 

Ganar las pruebas de bachillerato es el requisito indispensable para graduarse de secundaria y acceder a la educación universitaria. Para quienes pierden una o más materias, significa que el ingreso a la universidad no será posible de forma inmediata y en el caso de las universidades públicas, este ingreso se postergará por al menos un año.

 

Para otros, obtener el título de bachiller de la educación media significa la posibilidad de ingresar al mercado laboral, pues muchos empleadores solicitan como requisito mínimo para laborar contar con dicho título.

 

Pero no todo está perdido, quien repruebe estas pruebas no debe rendirse. Aunque es una dura experiencia, debe reponerse y asumir el reto de ganarlas en la próxima ocasión. Los padres y madres de familia han de conversar con su hijo o hija y promover un compromiso serio y sostenido de su parte con el estudio. Los reproches y regaños a esta altura de la situación, solamente desgastan la relación.

 

En cuanto al ingreso a las universidades públicas, debe quedar claro que un promedio de admisión no es bueno ni malo, simplemente puede ser insuficiente o suficiente dependiendo de la demanda y la oferta de cupos en determinadas carreras. Por eso, es común que muchas personas, aún con promedios de admisión considerados como “altos” pueden no ser admitidas en las universidades, porque el promedio les resultó insuficiente para alcanzar un cupo en la carrera deseada. Pero esto tampoco significa el fin del mundo, hay que seguir adelante.

 

Dependiendo de lo cerca o lejos que se estuvo de ingresar a la carrera y universidad de interés, se puede repetir el proceso de admisión y mejorar el promedio, ello implica postergar por un año el ingreso a la universidad.

 

Valore otras alternativas de formación durante este tiempo de espera: estudiar un idioma; mejorar las habilidades en computación o adquirir experiencia laboral. Si los recursos lo permiten y se está seguro de la carrera a estudiar, puede considerar el ingreso a una universidad privada, pero tome en cuenta que entre universidades públicas hay convenios para el reconocimiento de materias, no siempre ocurre así entre privadas y públicas.

 

Los padres no deben responsabilizar a su hijo por no poder ingresar a la universidad o la carrera, hay variables que no dependieron de él o ella, como la cantidad de cupos existentes en las carreras.

 

Apóyelo en la realización de otras opciones de formación cortas para que aproveche el tiempo, no descarte la posibilidad de que viva experiencias laborales temporales que le formen en cuanto a la importancia del trabajo. Y por supuesto, si es necesario, busque un profesional en Orientación que le acompañe para tomar con seguridad una decisión vocacional.

 

*Colegio de Profesionales
en Orientación

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Miércoles 26 Noviembre, 2014

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Patricia Ruh Mesén*

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