Tren eléctrico sin datos certeros

Editorial

Desde que comenzó el Gobierno de Carlos Alvarado, se empezó a hablar de cómo se reactivaría la economía porque, debido al desempleo y la pobreza que se arrastran hace bastantes Administraciones, había que efectuar acciones urgentes para el país.
Se le dio un tiempo prudente para que agarrara cancha en su nuevo puesto, se acomodara con sus ministros y empezara a definir la estrategia, sin embargo, con el paso de los meses la cosa no avanzaba, por lo que DIARIO EXTRA se dio a la tarea de preguntarle qué iba a hacer al respecto.
Tanto así que en la página 2 de todas las ediciones va una pregunta que dice “Presidente Carlos Alvarado, ¿qué está haciendo usted para reactivar la economía de nuestro país?”.
Han pasado ya 584 días sin que se vea una propuesta real, que se vislumbre que esta Administración saldrá tanto del papel como de las publicaciones en redes sociales para acometer la realidad ni que se observe un impacto, como la creación de empleos que permitan que muchas familias salgan de la pobreza, un manejo más adecuado de las finanzas públicas o un compromiso por bajar los gastos, por decir algunos ejemplos.
En medio del camino, quisieron lanzar como gran idea la puesta en marcha del tren eléctrico, haciéndolo ver como la pomada canaria, el remedio para salir de todos los problemas que tiene el país, pero luego de ver el informe del Colegio Federado de Ingenieros Arquitectos (CFIA) nos damos cuenta de que este tema no se había estudiado como se debería.
Después de ver todas las negociaciones que se habían realizado, todos los planes trazados, el conocer que el Instituto Costarricense de Ferrocarriles (Incofer) no maneja de manera certera el dato de la cantidad de pasajeros que utilizarían el tren eléctrico deja un muy mal sabor de boca.
Esto porque dicho dato sería el elemento necesario para determinar si el proyecto resulta viable o no, o si por el contrario se trataba del capricho de alguien que, por cualquier razón, se había empecinado en que el tren debía ir solo porque sí.
La principal crítica que se hace aquí no es si Costa Rica necesita un tren o no, lo que importa es ver si el país reúne las condiciones para iniciar los procedimientos ante uno de los proyectos más ambiciosos.
El Gobierno nos vendió la idea de que el tren rápido de pasajeros conectará a 15 cantones de la Gran Área Metropolitana con un trayecto de doble vía sobre 84 kilómetros en el derecho de vía actual, con un servicio por 18 horas y frecuencias de cinco minutos.
Suena bonito, ¿verdad? Muy moderno y de avanzada… Pero si recorre el derecho de vía actual por cada 5 minutos, ¿eso significa que se deberá detener el tránsito vehicular ese lapso para darle paso al ferrocarril? Lo anterior, lejos de generar un alivio en el congestionamiento vial, lo agravará aún más.
Otro cuestionamiento que salta a la palestra tiene relación con el elevadísimo costo: $1.550 millones. La gran interrogante es de dónde saldrán los recursos.
Solamente una tercera parte del costo sería financiado por un préstamo de $550 millones con el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), que actualmente se encuentra en espera, ante la poca claridad desde el punto de vista técnico para impulsar el desarrollo del plan.
Ante este escenario del que hemos venido hablando en muchas oportunidades, precisamente el CFIA recomendó recalcular el número de demanda estimada, que son 200 mil personas por día, para que se incluya aspectos como la conexión de la sectorización en la modalidad de autobús.
Asimismo, si la frecuencia es de 5 minutos, ¿cuántas personas requerirán el servicio cada hora para desplazarse? Sería maravilloso tener este sistema de transportes que parece salido de un cuento de hadas europeo.
Sin embargo, se debe tener claro que, aun cuando nadie está en contra del progreso, los nuevos proyectos ni mucho menos en que el país avance, las cosas deben hacerse de manera ordenada, sin premuras, transparentemente y sobre todo sin que parezcan el capricho de alguien. Existen muchos temas prioritarios cuyas soluciones urgen más y requieren medidas distintas a disparar datos al viento, tomarse fotos para redes sociales y endulzarnos el oído. Lástima que a las autoridades no se les ve trabajar, trabajar, trabajar por el pueblo.