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Opinión

Encuentro cercano con la Ley 7600

Está legal

Debido a situaciones de la vida que no vienen al caso, como resultado de una inoportuna caída sufrí una fractura en la cuña media del pie izquierdo. Debido a una decisión personal de recibir con buena cara todo lo que la vida me presenta, sin mayor reparo decidí hacer un tipo de “experimento social” con el fin de valorar el nivel de penetración de una ley con una década de encontrarse vigente. Decidí tratar de continuar con mis actividades normales, sin pedir ningún tipo de trato especial, y analizar cuántos ciudadanos y/o comercios son conscientes de las necesidades de las personas que, requieren de facilidades para su movimiento o estadía en un lugar determinado.

Con la independencia de bandera desde hace muchos años, emprendí mis actividades acostumbradas. Logré constatar que gran parte de las construcciones en el centro de San José, se encuentran habilitadas para el manejo de las limitaciones motrices que me aquejaron, contaban con elevadores, rampas de acceso, baños con facilidades para su uso; pero el punto negro y negativísimo -me permitiré utilizar ese superlativo- fue el tratar de llegar hasta ahí. En el Centro de San José tiene mucha oferta de parqueo, que permiten la movilización entre un sitio y otro, pero las aceras de la Ciudad Capital son todo un reto de movilización. Los huecos en las aceras, las irregularidades en las mismas, relieves que sobresalen en éstas dificultan algo tan básico y sencillo como el equilibrio e incluso el desnivel en algunos accesos a parqueos de comercios, dificultan considerablemente la movilización de cualquier persona con problemas de movilidad. Adicional a ello, debo hacer especial énfasis en los dueños de motocicletas que creen que las aceras y los caños son parqueos preferenciales para sus vehículos. i le sumamos las dificultades para avanzar por cualquier calle abarrotada de chinamos o vendedores informales les concedo doble puntaje.

Luego vinieron las compras en el supermercado, asistí a varios de ellos y de diversas cadenas. Afortunadamente, los visitados contaban con recursos que faciliten las compras a personas con problemas motrices, ahí el único problema consiste en alcanzar los productos que se ubiquen en la parte superior de los anaqueles, pero en términos generales, debo reconocer la disposición de los empleados por colaborar en lo que se encuentra a su alcance; con excepción de un supermercado de una cadena -cuyo nombre me reservaré- pero en tuve que extender mil explicaciones al oficial de seguridad del parqueo, sobre los motivos por lo que requería estacionarme en un espacio destinado por la Ley, pero después de comprar, debí hacer la fila de todos los demás, a pesar de que contaban con una caja cuyo rótulo indicaba que allí se brindaba servicio preferencial; los empleados de dicho comercio prefirieron hacerse de la vista gorda al igual que los clientes que preferían ojear las revisas de los estantes cercanos a la caja, con tal de restarle importancia a esta servidora que hacía fila tras de ellos con una caja de leche y una bolsa de manzanas en una mano, mientras hacía malabares para sostener las muletas y el pan en la otra. En este mismo supermercado se presentaron similares eventos, pero en el área en la que presta servicios complementarios, como el pago de recibos públicos y otros, ya que durante mis cinco semanas de inmovilización tuve que asistir en algunas oportunidades y solamente en una de ellas, una de las personas que laboran dentro de dicho quiosco me indicó que pasara a la ventanilla directo, sin hacer la enorme fila que salía del comercio. 

En los Centros Comerciales la experiencia es similar, a pesar de contar con suficientes espacios de estacionamiento, mantengo mis dudas sobre cuántos de esos vehículos realmente transportan personas con algún tipo de discapacidad. Una nota aparte merece una cadena de cines que visité junto a mi sobrina de tres años. La única fila que NO tuve que hacer fue la de la compra de entradas, debido a que se me ocurrió comprarlas por la web, porque ni uno solo de los empleados se me acercó a ofrecerme ayuda.

Conforme pasaban las semanas, mi conducción con muletas mejoraba y no era tan complicado realizar mis actividades; pero, ¿qué hay de todas esas personas que diariamente (y algunas por el resto de sus vidas) deben afrontar ese calvario? Para mala fortuna de todos, no se trata de un problema que se corrige con botar un par de paredes o construir una rampa, es algo más complejo, es un asunto de conciencia social. No se trata de sacar ventaja de posiciones privilegiadas, o de no dar campo para salir más rápido de la vuelta, es un asunto de empatía, de ponerse en los zapatos del que lo necesita y de colaboración. Finalizada mi etapa de inmovilización concluyo, ¿para qué tenemos en operación una ley desde hace diez años?, si los grandes cambios requeridos no son palpables con la sola promulgación de una ley.

 

*Abogada litigante

 

PERIODISTA: Licda. Maureen Rodríguez Acuña*

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Martes 06 Septiembre, 2016

HORA: 12:00 AM

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