Después de Río: lo que nos enseñó el medallero olímpico
La columna de Jaime Ordóñez
Hay cosas que no mienten: una de esas es el medallero olímpico. Dice muchas cosas de las sociedades. Los países con mayor desarrollo humano y económico, con mayor PIB percápita, con mayor calidad de vida, son aquellos que realmente triunfan en las olimpiadas. Al filo de terminar Río 2016, veamos el resultado: Estados Unidos 121 medallas; Reino Unido 67; China tercero, con 70, pero menos oro y plata. Después vienen Rusia, Alemania, Japón, Francia, Australia, Italia, Holanda y Corea del Sur.
No hay misterio: los países desarrollados lo son en todo. Incluso en el deporte, que es otra forma de expresión de la cultura. Las cosas hay que verlas con sangre fría. Examinando el medallero vemos que el primer país latinoamericano es Brasil, desde luego, un poco más por su condición de gigante BRIC que por ser desarrollado del todo, que varias de sus llagas sociales y humanas se han desnudado últimamente. Después sigue Jamaica, el cual tiene una condición especial: el extraordinario fenotipo de sus atletas, y en el especial del gran Usain Bolt, uno de los tipos más sensacionales de la historia de las pistas y de cual hablarán incluso las generaciones del año 2100. Y después sigue Cuba, quien siempre lo hace bien por su inversión pública en deporte (ha retrocedido un poco), y por allí Colombia y Argentina. Pero hay que ser sinceros, América Latina en general ranquea muy mal. Seguimos siendo el continente del futuro. Pero no del presente.
Esto demuestra que aquí nos sigue faltando disciplina, sistematicidad, orden. Inversión financiera pública y privada para los atletas. Nos falta infraestructura y una política de apoyo al deporte. Nos falta casi todo. Muchos de nuestros países han defraudado totalmente.
¿Y el país más feliz del mundo cuántas medallas ha sacado? Cero. Tengo que decirlo con dolor, pero eso retrata nuestra infatuación y nuestro chauvinismo tonto. Como país nos vendemos muy bien los carteles turísticos, pero en muchas otras cosas (desechos de agua; polución de los ríos; agravamiento de la brecha distribución de riqueza, etc.) lo estamos haciendo muy mal. Nos hemos montado un cuento de hadas falso y lo grave es que los medios de comunicación y muchas otras personas lo repiten día a día. Una droga que nos tiene adormecida como sociedad.
Pero en esta novela sí hay algunos grandes valientes. Los pocos que han logrado llegar a las olimpiadas y hacerlo muy bien (me acuerdo de los casos heroicos de Rafael Ángel Pérez; de María del Milagro París; de las hermanas Poll; ahora de Nery Brenes, Leonardo Chacón o Roberto Sawyers) lo han hecho a puro pulmón y a puro esfuerzo personal. Ellos son héroes solitarios, héroes de verdad.
PERIODISTA: Redacción Diario Extra
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Lunes 29 Agosto, 2016
HORA: 12:00 AM
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