La sexualidad tiene muchas funciones, tanto para el hombre como para la mujer. Desafortunadamente las parejas las desconocen, por lo cual se privan de los múltiples beneficios de la vida de pareja.
Igual de lamentable resulta que, en nuestra cultura, utilicemos la sexualidad casi para todas las facetas de la vida diaria, desde vender una llanta hasta un lapicero. Sin embargo, poco la usamos para lo que realmente sirve y necesitamos: fortalecer la vida de pareja y, por ende, dar estabilidad a la familia.
Debemos recordar que el primer rol del sexo es la reproducción. Cualquier encuentro sexual a lo largo del mes conlleva la posibilidad de un embarazo. Es fundamental citarlo en nuestra sociedad, donde cerca de la mitad de los niños son producto de embarazos no planeados. Hoy más que nunca debemos entender que un buen amante tiene siempre presente la anticoncepción, máxime en esta época, cuando disponemos de anticonceptivos de alta eficacia.
Desde luego, la segunda función del sexo es el placer. Tenemos relaciones porque son gratas, porque brindan un goce desmedido. Cuando el sexo no se disfruta, se convierte en una obligación, y el sexo no se hizo para complacer sino para complacernos ambos. Si el sexo no se disfruta, con el tiempo se pierde el interés y el deseo, y con frecuencia se apaga la llama de la pasión. Por eso, ante un problema sexual debemos consultar. Hoy estamos en capacidad de resolver más del 90 % de las disfunciones sexuales.
La otra función estelar del sexo es propiciar cariño. Sí, el contacto corporal, los besos, los abrazos, las caricias tiernas y sexuadas estimulan los centros cerebrales del afecto, lo cual proporciona la sensación de “ser querido” y de estar lleno emocionalmente. De esta función se derivan algunos otros efectos positivos, observados en las parejas que llevan una vida sexual periódica y satisfactoria. Así, hoy sabemos que el sexo disminuye la sensación de soledad, contribuye a mejorar algunos cuadros depresivos y aumenta las defensas del organismo, con lo cual este se vuelve más resistente a cuadros virales, como las gripes. Según indican los estudios, el sexo tiene una especie de función lubricante, por cuanto permite que la interacción cotidiana, en la cual siempre surgen diferencias y roces, suceda más fluidamente y con menos conflictos. “Tenerte ganas”, “desearte noche a noche”, suaviza el diario vivir. Nos hace menos intransigentes, menos juiciosos y más asiduos a perdonar esas pequeñas faltas que las parejas cometen en el día a día.
Los beneficios de la sexualidad acaparan otras áreas. Por ello, las típicas excusas para desistir de un encuentro sexual hoy casi no tienen sentido. Las relaciones sexuales suelen aliviar y hasta quitar el dolor de cabeza, además del dolor de espalda y las contracturas ocasionados por un día pesado. Además, el sexo combate el estrés y la tensión causados por los conflictos cotidianos, al punto de ser considerado uno de los mejores relajantes de la naturaleza. Por ese motivo, muchas personas logran sueños relajantes y reparadores después de tener relaciones sexuales, de manera que es una forma de combatir el insomnio.n lugar a dudas, sobran razones para disfrutar la sexualidad.
