La injusta condena CONTRA Leopoldo López
José María Rodríguez Castro*
Quienes amamos la paz y la libertad somos solidarios con aquellos que luchan por ella, y no podemos quedarnos callados ante flagrante violación a esos derechos, porque el que calla, se convierte en cómplice.
Con profundo dolor, el mundo se ha enterado del golpe mortal que quienes ostentan el poder en Venezuela, le han asestado a la democracia de ese país.
La condena del dirigente político venezolano Leopoldo López era un secreto a voces que lo único que le hacía falta era un show del juicio para hacer público el veredicto.
Don Leopoldo, hombre valiente, inspirador de presentes y futuras generaciones, le ha mostrado al mundo que como dijo nuestro poeta Debravo “Dios no quiere ver rodillas atadas al poste de los rezos, Dios quiere ver piernas galopando”.
Le ha demostrado al mundo que como dijo Martí “Los derechos no se mendigan, se arrancan”. Aun cuando en esa encrucijada, se arriesgue la libertad y la propia vida.
Constituye una atroz cobardía, escudarse en el poder, para acallar las voces que los delata. Igual cobardía ejercen los que ponen en las manos del cobarde, el instrumento de la impunidad. Vergüenza ajena sentí cuando observé en los medios televisivos una fotografía en la que aparece sonriendo, la jueza que condenó a Leopoldo López a la par de Diosdado Cabello, uno de los responsables del encarcelamiento del condenado a prisión.
El río taciturno de la historia guarda para el mundo, todo un caudal de secretos. Los cobardes lo serán siempre, el daño que producen lesiona física y moralmente y así como la historia tiene un lugar importante para los héroes y los mártires, los cobardes también los tienen, pero sin pedestal.
La lucha de Leopoldo por mantener la democracia en su país y devolverle la paz al pueblo, lo tiene sufriendo prisión, y quien sabe cuantas cosas más, pero con el valor que caracteriza a los héroes, mirando a los ojos, a la jueza la increpó y le garantizó que ella temblaría más que él al momento de dar lectura a la sentencia. (Cuestión de conciencia)
Cuando el dictador guatemalteco Justo Rufino Barrios condenó a muerte al joven poeta Ismael Cerna, porque este, al igual que Leopoldo, luchaba por la libertad de su pueblo, escribió en la pared de la cárcel un poema del cual hago un extracto.
“Y que ya vez que ni moverme puedo, y aún puedo desafiar tu orgullo vano. ¡A mí no logras infundirme miedo con tus iras imbéciles, tirano! Soy joven, fuerte soy, soy inocente. Me ha dado Dios un alma independiente, pecho viril y pensamiento altivo.
Que tiemblen ante ti los que han nacido para vivir de infamia y servidumbre, los que nunca en su espíritu han sentido ningún rayo de luz que los alumbre.
Los que al infame yugo acostumbrados, cobardemente tu piedad imploran; lo que no temen verse deshonrados, porque hasta el nombre del honor ignoran…”
En la historia ha habido muchos Leopoldos. Gracias a Dios y todos inspirados en un mismo fin: libertad, patria y democracia.
Leopoldo permanecerá preso, en tanto los que aún han callado, se decidan a alzar la voz. Quienes representan a países donde se respira democracia, no deben seguir callando.
Elevemos nuestras voces exijamos su libertad. “La voz del pueblo es la voz de Dios”, que nuestro silencio no nos convierta en cómplices. “Un día basta para tumbar o elevar nuestras grandezas humanas”.
Insto respetuosamente a las estimables sedes diplomáticas acreditadas en nuestro país, que de seguro al igual que al suscrito son personas amantes de la paz y la democracia, generar conciencia ante los órganos correspondientes a nivel internacional para que se respeten los derechos humanos, que como en el caso del señor Leopoldo López, han sido violentados flagrantemente.
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Miércoles 23 Septiembre, 2015
HORA: 12:00 AM
CRÉDITOS: José María Rodríguez Castro*
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