Editorial
A reflexionar y perdonar
Después de los festejos de fin y principio de año, muchos costarricenses comienzan con el conteo regresivo de la Semana Santa. Sin embargo, muchos no lo hacen por fervor religioso, sino que estas fechas constituyen para la mayoría las esperadas vacaciones de verano. Es decir, para muchos esta semana es sinónimo de sol, playa y algunas copitas de más, sin preocupaciones de tener que ir al trabajo al día siguiente.
Si se compara como se vive hoy estos días con respecto a décadas pasadas, encontramos una abismal diferencia en cuanto a los motivos de fe que alentaba a la mayoría hacia la reflexión y el recogimiento espiritual. Los oficios religiosos, las confesiones, las procesiones, el ayuno y la oración eran el centro de estos días. Hoy el panorama en muy diferente, las nuevas generaciones los asocian con viajes a la playa, fiesta y hasta consumo de licor por la libre.
Incluso la tradicional “ley seca” que obligaba al cierre de los expendios de licor durante los días santos, hoy ha quedado a criterio de las municipalidades, la mayoría de las cuales se ha manifestado a favor de la venta sin restricciones, pasando a un segundo plano muchas de nuestras tradiciones y costumbres religiosas.
Ni qué decir del cuento de las abuelitas de que quienes se bañaban en los ríos se convertían en sirenas. Recordamos también las calles sin movimiento vehicular, pues como una muestra de respeto y sacrificio casi todos guardaban sus carros en estas fechas. Hoy por el contrario, hay más carros en las carreteras durante la llamada Semana Mayor y hasta se deben habilitar carriles reversibles para facilitar la circulación en determinadas vías.
Por eso, es bueno recordar que el motivo principal de esta semana que empieza, es la reflexión, de hacer una introspección en nuestras vidas para renacer como nuevas personas, teniendo siempre muy presente al sacrificio de Jesús para la salvación del mundo.
Es tiempo también de sacrificio y oración, por esos las personas de fe deben aprovechar la oportunidad para participar en los diversos oficios y procesiones pues eso facilita la reflexión. Es además una ocasión propicia para la reconciliación con Dios y con nuestros semejantes, solicitar la intercesión divina para enfrentar los males que nos aquejan y agradecer por todo aquello que hemos recibido. Debemos aprovechar estos días para antes de actuar, escuchar; antes de reaccionar, pensar; antes de criticar, esperar; antes de renunciar intentar, pero sobretodo antes de rezar, perdonar.
Así que vivamos esta Semana Mayor de una manera plena, pidamos perdón por nuestras culpas y arrepintámonos de corazón.
A pesar de que para muchos estos serán solo unos días libres, respetemos a quienes sí desean participar de cada uno de los actos de esta Semana Santa, pues estos son fechas en que se conmemora uno de los grandes acontecimientos de la historia de la humanidad, la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Recordemos que tanto amó Dios al mundo que envió a su único hijo para salvarnos.
Esta semana es una puerta siempre abierta hacia el gran milagro de la resurrección. El Gólgota y, radiante sobre él, la Cruz, nos habla de dolores; no obstante, como el Sol que se oculta y deja siempre la esperanza cierta de que volverá a iluminar un nuevo día, Cristo deja atrás la cuenta de su martirio para hablarnos ahora de victorias sobre el pecado, sobre la muerte, sobre las tinieblas.
Aprovechemos cada uno de estos días para compartir en familia y vivir su verdadero significado, no los convirtamos en charanga, pues este no es el verdadero sentido de esta semana, es la oportunidad para el recogimiento espiritual, de hacer un alto en la manera en que hemos venido actuando.
