Alternativas
Recientemente se publicó la auditoría sobre la eficacia del sistema de becas de la Universidad de Costa Rica efectuado por la Contraloría, y sus resultados, en conjunto con el incremento extraordinario concedido por el Poder Ejecutivo a las universidades, llaman a reflexión.
Las universidades estatales merecen financiamiento público. Eso es natural. Pero ¿cuánto y para qué? y ¿a qué otras fuentes deben recurrir?
A principios de los 90, siendo ministro de Hacienda, don Thelmo Vargas dio una valiente lucha sobre el carácter regresivo de algunos gastos públicos que favorecen a sectores de la población mejor posicionados. Ya antes don Thelmo había analizado cómo, después de la crisis de los 80, se había incrementado el gasto en favor de las universidades y los hospitales, pero se había reducido los que favorecían más a las familias más pobres: educación primaria y secundaria y puestos de salud.
Es bien conocido que las familias que envían a sus hijos a la educación privada lo hacen incurriendo en un importante costo y lo pagan buscando una mejor educación.
El resultado lo obtienen, y lo demuestra el resultado de los exámenes de admisión de la UCR para los cursos de los seis años 2007-2012 (datos de la base de La Nación). Un 29,2% de los estudiantes de colegios privados y un 27,4% de los de colegios subvencionados logra ingresar a carrera. Pero de los colegios públicos solo ingresa un 14,2% de los que lo intentan.
Por eso, mientras solo un poco menos de una quinta parte de quienes se presentan a las pruebas de ingreso viene de colegios privados y subvencionados, de los estudiantes admitidos a carrera ellos representan más de una tercera parte. Estos estudiantes que pagaron un precio alto por sus estudios de secundaria gozan de un costo bajo al ingresar a las universidades públicas. Son ellos la mayoría de los estudiantes que pagan matrícula y no tienen beca.
Pero las universidades públicas han sido renuentes a incrementar el precio de los estudios y para fortalecer los programas de becas a los estudiantes con mayores necesidades han debido recurrir al FEES y se ha reducido el aumento de nuevos estudiantes, lo que solo ahora se está reversando.
Es más, el costo de la matrícula en términos reales ha disminuido de 1996 a 2013, a pesar del aumento en el ingreso real per cápita.
El Sistema de Becas de la UCR se financiaba hasta el 2002 en un 100% con el pago de derechos de matrícula.
Ya para el 2012 prácticamente dos terceras partes de las becas se financian con el FEES y la brecha entre el monto para becas y el pago por matrícula pasaría de 0 en 2002 a ¢30 mil millones en 2017, estrujando el crecimiento en la admisión de estudiantes y las tareas de investigación.
Esto a pesar de que el estudio mencionado concluye que la beca no es suficiente para los estudiantes pobres.
¿Se justificarán los ¢51 mil millones adicionales que el gobierno otorgó para 2015 a las universidades públicas? ¿Se justificará esta subvención adicional a las familias con más recursos, cuyos hijos se preparan para tener ingresos mayores a los que no son profesionales? ¿Se justificará que no paguen una mayor porción del costo de sus estudios los que pueden?
Si lo hicieran se podría favorecer a los estudiantes más pobres, pero esos pagos en términos reales más bien disminuyen.
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Lunes 03 Noviembre, 2014
HORA: 12:00 AM
CRÉDITOS: Miguel Ángel Rodríguez