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Opinión

63 aniversario de Liberación Nacional

Atrás había quedado la década de 1940, el Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales, la Revista Surco, el Partido Social Demócrata, la Proclama de Santa María de Dota, la Revolución de 1948, la Junta Fundadora de la Segunda República y sus Decretos Leyes.


Era el año 1950. Don Pepe y don Chico venían de conocer el Estado de Israel. Daniel redactaba en La Sorbona su tesis de doctorado. Luis Alberto iniciaba su carrera en la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Los cuatro decidieron coincidir en Ginebra y reunirse en el Hotel Edén.


Ahí, en una pequeña sala y en largos paseos por las calles de la empedrada Ciudad Vieja, entre coincidencias y diferencias, nació la idea de fundar un partido ideológico y permanente. Un año después en la Finca La Paz, en San Ramón de Alajuela, el 12 de octubre de 1951 se firmó la Carta Fundamental del Partido Liberación Nacional. De eso hace 63 años.


En la redacción de ese documento jugaron un papel determinante Alberto Martén, Rodrigo Facio y el padre Benjamín Núñez. Desde entonces hasta nuestros días, con éxitos y fracasos, altos y bajos, triunfos y derrotas, lealtades y también traiciones, el PLN ha sido y sigue siendo aún hoy el principal partido político de Costa Rica.


La primera etapa del PLN arranca con los Decretos Leyes e incorpora los dos gobiernos constitucionales de Don Pepe, el de don Chico, el de Daniel y el de Luis Alberto. En ese largo trayecto histórico se construyó nuestro Estado social de derecho. A las reformas sociales del Dr. Calderón Guardia, Manuel Mora y monseñor Sanabria, de los años 40, el PLN añadió la libertad electoral, la abolición del Ejército, un nuevo concepto del Estado y una visión progresista y reformista del desarrollo nacional.


Daniel agregaría después la protección del medio ambiente y los parques nacionales. Sobre esos sólidos pilares nuestro país alcanzaría, en la segunda mitad del siglo XX, algunos de los índices más altos de desarrollo humano sostenible y consolidaría su sistema de vida democrático, liberal y representativo, diferenciándose y singularizándose en América Latina por su nivel de vida.


La segunda fase del PLN incorpora los dos gobiernos de Óscar Arias, el de José María y el de Laura. Si en la primera etapa se construyó el Estado social de derecho, esta segunda etapa estuvo primero signada por la intensa lucha por la paz en Centroamérica y posteriormente por la tesis de la apertura, el rompimiento de monopolios, la atracción de inversión extranjera y la inserción inteligente de Costa Rica en la economía y en la política internacional. En síntesis: un nuevo modelo de desarrollo nacional.


El parteaguas, entre una y otra etapa, se dio en la segunda mitad de la década de 1980, como consecuencia y respuesta nacional inevitable a la globalización económica, la revolución tecnológica de las comunicaciones y la caída del sistema comunista en Europa. El mundo cambió. El PLN, con mucho debate y confrontación interna, hizo lo propio, pero ese desgaste entre el PLN histórico y el nuevo modelo de desarrollo no ha sido totalmente resuelto. Las últimas elecciones son la prueba.
Costa Rica tampoco ha superado este complejo proceso transformador. No como excusa, sino como verdad, debemos decir que igualmente América Latina y el Caribe. El mundo, a la vez, experimenta el surgimiento de nuevos centros de gran poder político y económico, así como crecientes conflictos internacionales militares, ideológicos y religiosos, en medio de una increíble libertad de información sin fronteras que nos permite, en directo y en línea, tomar plena conciencia crítica de todo lo que sucede en los cuatro puntos cardinales de la tierra. Así es el mundo de hoy.


En este contexto, al cumplirse estos 63 años, el PLN está obligado a hacer críticamente un alto en el camino, repensar con objetividad y sabiduría su larga trayectoria de servicio público y reformular y actualizar su propuesta a los costarricenses. No hacerlo sería un suicidio político. Los viejos paradigmas de la socialdemocracia no son suficientes. Hay que actualizarlos y contestar esta pregunta: ¿Cómo les entramos a las exigencias de la nueva realidad nacional e internacional?


Si el PLN, como principal fuerza política de Costa Rica, fue capaz de construir con pragmatismo, en la segunda mitad del siglo XX, una visión política propia y mayoritaria e influir, accionar y fortalecer el centro ideológico y político nacional, desde una posición progresista y reformista, en que el propósito del desarrollo nacional fue siempre “el bienestar del mayor número”, el objetivo ahora sigue siendo exactamente el mismo, solo que desde una perspectiva ajustada a los nuevos tiempos y al siglo XXI.


Entre otras cosas esenciales, ese objetivo significa colocar en la agenda nacional la Contrarreforma del Estado y no solo la austeridad en el gasto público, generar y profundizar renovadas alianzas estratégicas entre el Estado costarricense y los sectores productivos privados, fortalecer de nuevo la capacidad adquisitiva de los sectores de ingresos medios, concretar formas más eficientes e imaginativas de lucha contra la pobreza y, como obra material impostergable, la construcción de infraestructura de carreteras, puertos y aeropuertos. Esa es, con realismo, la agenda mínima nacional del presente.


Para impulsarla el PLN debe coincidir con otras fuerzas políticas por medio de acuerdos nacionales, diferenciando a la vez sus tesis de las posturas extremas neoliberales y del populismo de izquierda. Tenemos que recuperar nuestra identidad progresista y reformista porque el país y la política nacional, antes que un PLN debilitado y en crisis, necesitan el aporte y la acción de un PLN activo, fuerte y renovado en sus propuestas y en sus liderazgos. Ese es el reto liberacionista. Hay que superar la última derrota electoral y decirle al país, en este 63 aniversario, que “la lucha sin fin” sigue siendo y será por siempre la razón de ser de nuestro PLN.

 

* Exministro de la Presidencia

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Sábado 11 Octubre, 2014

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Por: Lic. Fernando Berrocal Soto

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