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Opinión

¡Al pan...pan!

La semana pasada falleció Gustavo Cerati, ex vocalista y guitarrista de la famosa banda de rock argentina Soda Stereo, quien se encontraba hospitalizado en la clínica ALCLA, en estado de coma, luego de que el 15 de mayo del 2010 sufriera un accidente cerebrovascular. Durante estos 4 años, la madre de Cerati, doña Lilian Clark, siempre se opuso a que se aplicara la llamada “muerte digna” a su hijo y afirmando que: “jamás iría en contra de la voluntad de Dios”. En Argentina se permite la eutanasia por una ley de muerte denominada “digna”.


Etimológicamente, la palabra eutanasia proviene del griego “eu” (bien) “Thánatos” (muerte) entonces, no significa otra cosa que: buena muerte o bien morir.


Hoy en día, lamentablemente se entiende por eutanasia o muerte digna, el mal llamado homicidio “por compasión”, es decir, el causar la muerte de otro por una falsa piedad ante su sufrimiento o en razón a que la persona manifestó su deseo de morir en ciertas circunstancias. Moralmente hemos de indicar que: El fin bueno, evitar el sufrimiento a una persona, no justifica el acto malo de matar a esa persona.


¿Qué es más digno? ¿Matar a los ancianos, a los discapacitados o incapacitados, a los enfermos y a todos aquellos que, por un motivo u otro, pudieran sentirse como una carga para sus familiares o para la sociedad? ¿O cuidar de esos seres humanos conforme a su dignidad humana, a pesar de ser ancianos, discapacitados, incapaces o enfermos? Ningún ser humano, a pesar de su edad, discapacidad, o enfermedad es menos digno y valioso que los demás.


La eutanasia se nos presenta a veces como progreso pero no lo es. En palabras del Dr. Tabaré Vázquez, Expresidente del Uruguay: “El verdadero grado de civilización de una nación se mide en cómo se protege a los más necesitados. Por eso se debe proteger más a los más débiles. Porque el criterio no es ya el valor del sujeto en función de los afectos que suscita en los demás, o de la utilidad que presta, sino el valor que resulta de su mera existencia.”


La atención esmerada y cuidadosa de los más débiles es precisamente lo que dignifica, no solo a quienes son así cuidados, sino además a quienes cuidan de ellos. Esto sí es verdadero progreso moral y social. Matar a quienes ya no son útiles, es un verdadero retroceso y legitima la ley del más fuerte donde se mata al débil.


Por ello, la eutanasia sólo aparece como algo “razonable” en aquellas sociedades que, por influencia del materialismo, entienden la vida humana estrictamente en términos de placer y de estar físicamente bien. Con esta mentalidad, poco a poco determinan que algunas vidas tienen valor y que otras deben ser suprimidas, lo cual es totalmente contrario a la dignidad humana pues ¿Quién o quienes controlan “la calidad de vida” de los seres humanos? ¿Quién decide quien tiene derecho a vivir y quién no?


Quienes defienden la eutanasia olvidan que todo ser humano es único e irrepetible, y por ello todos los seres humanos somos valiosos.


El testimonio de la madre de Gustavo Cerati, quien nunca consideró la opción de la eutanasia para su hijo, nos da una enseñanza de verdadero amor desinteresado, de humanidad y de solidaridad. En los últimos cuatro años de la vida de su hijo, no se despegó de él. Aun cuando su hijo no podía comunicarse con ella, doña Lilian sabía que su hijo Gustavo estaba allí y por ello lo amó, cuidó y respetó hasta el final. Eso sí es morir de acuerdo a nuestra dignidad humana: amados a pesar de que ya no somos “útiles” para la sociedad y a pesar de nuestras limitaciones.


Donde otros veían un cuerpo inerte, la madre de Gustavo veía mucho más. Su testimonio de amor me ha recordado la conversación del Zorro con el Principito, del libro de Antoine Saint Exupery: “He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.”


Es difícil darle el pésame a una madre que ha perdido un hijo, pero si tuviera la posibilidad de hacerlo, con palabras robadas de su hijo Gustavo, le diría a doña Lilian: ¡Gracias Totales!

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Jueves 11 Septiembre, 2014

HORA: 12:00 AM

CRÉDITOS: Por: Licda. Alexandra Loría

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