Keylor, carácter y determinación
Gloria Bejarano Almada
¿Qué hace que un jugador como Keylor Navas sea contratado para formar parte de uno de los mejores equipos del mundo? La respuesta más común diría que sus habilidades como portero, su velocidad, elasticidad y agilidad, algunos también podrían aducir su disciplina, su capacidad de concentración en el juego y su liderazgo. Cualidades que hoy saltan a la vista y destrezas que ha desarrollado con el paso de los años, pero qué fue lo que vieron en él cuándo apenas comenzaba su carrera que le permitió primero viajar al Levante hasta llegar hoy a ser considerado el mejor portero de Europa.
Hace un tiempo, en una conversación muy amena con su representante, don Ricardo Cabañas, le preguntábamos qué tan difícil era seleccionar a sus representados y qué veía en ellos que lo llevaban a buscar su contratación.
No quiero poner palabras en boca de don Ricardo, pero lo que concluyo de su respuesta es que además de las condiciones que los hacen sobresalir por encima de otros jugadores, se valora el carácter del candidato, su capacidad para enfrentar los retos, sobreponerse a las caídas y desarrollar su potencial físico y mental.
Un jugador como Keylor es el resultado de muchos años de preparación, disciplina y fortaleza para sortear la adversidad y enfrentar retos como no dejarse vencer por las decisiones de otros.
Keylor Navas no permitió que otros definieran su destino, no se dio por vencido cuando de joven no fue seleccionado por su baja estatura y al año siguiente volvió a presentarse con más fuerza; lejos de bajar su condición mientras se le mantuvo en la banca, entrenó con más ahínco, mientras se hablaba de su posible traslado mantuvo la prudencia; a la crítica respondía con trabajo, a la fama responde con humildad. Eso es a lo que yo llamo carácter.
Keylor es reconocido y admirado por sus hazañas y triunfos en su carrera deportiva, pero atrás de ella hay una vida que se debe estudiar para entender que el éxito no cayó del cielo y que nada es fácil, aun teniendo grandes cualidades. Keylor creyó en sí mismo, en sus capacidades y no permitió que nada lo desviara de su camino, se preparó y se sacrificó.
Esas cualidades fueron las que don Ricardo vio, las cualidades de un triunfador. No debe ser fácil descubrir entre tantos jóvenes talentosos que aspiran a ser seleccionados, aquellos que su carácter los hace diferentes y propensos alcanzar el éxito, porque es claro que no es suficiente tener habilidades deportivas. Si hiciéramos una analogía y mostráramos nuestras capacidades como pueblo para ser seleccionado entre los pueblos que debieran entrar al primer mundo en los próximos años, yo diría que el seleccionador vería con interés nuestros antecedentes como un pueblo progresista, con altos niveles de salud y educación, con conquistas sociales envidiables, una democracia sólida y una economía que se mantiene estable.
Hasta ahí no cabría duda de que contamos con los requisitos para ser seleccionados, sin embargo, tendríamos que llenar un requisito: creer en nosotros mismos y en nuestra capacidad de superar los obstáculos y el pesimismo. Por desgracia, estamos enfrascados en una guerra sorda en contra de nuestros logros como país, se nos ha convencido que nada hemos hecho bien, que todo está mal, en las redes el odio pulula y cada día estamos más divididos.
Keylor Navas debe dejar de ser simplemente un ídolo de fútbol para convertirse en una inspiración que nos permita volver a creer en nuestra capacidad de superación y al igual que él “creérnosla”, poner nuestro esfuerzo en alcanzar nuevas metas, enfrentar juntos los retos y dar solución a los problemas mediante el consenso, con el mismo carácter que lo hicieron nuestros antepasados.
Lo hemos hecho bien y podemos hacerlo mejor si tan solo dejamos de oír las voces que nos llaman a la desesperanza, si hacemos oídos sordos a la negatividad y cambiamos la crítica y la descalificación por el diálogo, la conciliación y el esfuerzo conjunto. Contamos con capacidad, recursos y experiencia, pero no bastan si como sociedad no tenemos el carácter, la honestidad y la determinación con que Navas ha forjado su carrera.
